Zeev Livne, uno de los generales del Ejército israelí, viajó a la Argentina en julio de 1994 para supervisar la investigación sobre el atentado a la AMIA. “Encontramos el motor del coche bomba adentro del edificio”, aseguró a pocas horas de ocurrido el atentado.
En el expediente, el entonces juez Juan José Galeano contó otra versión. El acta de ese hallazgo llevaba la firma de un oficial de Bomberos de la Policía Federal, Horacio Lopardo. En 2002, cuando declaró como testigo en el juicio por el atentado, Lopardo no pudo mantener la versión: reconoció que no había encontrado el motor, ni sabía quiénes lo habían hecho.
En base a esa declaración el Tribunal Oral Federal 3 anuló el acta que condujo hasta Carlos Telleldín, el último tenedor de la Trafic a la que llevaba ese motor, y le permitió a Galeano construir la versión que involucró falsamente a los policías bonaerenses en el ataque.
Fue la versión de Livne y las de otros dos oficiales del Ejército Israelí -Dani Dror y Nahum Frenkel -las que, para el tribunal, dieron por acreditado ese hallazgo. “Explicaron las circunstancias en las que fue hallado el motor de la camioneta”, se lee en la sentencia del TOF3, que diez años después del ataque enfrentó a los familiares de las víctimas a la negación de verdad en la que los dejó el encubrimiento urdido por las más altas esferas del poder político y judicial.
Mirá lo que dijo Livne a la televisión argentina a las pocas horas de ocurrido el atentado: