El atentado que la SIDE sospechó

Poco después del atentado a la Embajada de Israel, Menem lo atribuyó públicamente al “fundamentalismo islámico” y a un grupo de “forajidos locales”. La Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) a su cargo, bajo la dirección de su amigo personal Hugo Anzorreguy, tomó nota.  Según consta en la causa, por lo menos desde 1993, los servicios de Inteligencia observaban al sheij de la mezquita de Floresta, Mohsen Rabbani –hoy con pedido de captura internacional por el atentado-.

 

En julio de 1994, nueve días después del atentado a la AMIA, el juez Galeano fue a una reunión en la SIDE para anoticiarse sobre estos seguimientos. Le informaron que después del atentado en la Embajada de Israel, un agente se había infiltrado en la mezquita de Rabbani, en el barrio porteño de Floresta y que, meses antes del atentado en la AMIA , lo habían fotografiado en la avenida Juan B. Justo, buscando comprar una Trafic. También lo interiorizaron sobre escuchas realizadas a funcionarios y empleados de la embajada iraní, y  cruce de llamadas entrantes y salientes. Después de esa reunión, el juez emitió un comunicado de prensa en el que dio cuenta de esa línea de investigación.

 

A esa reunión en la SIDE con personal de contrainteligencia, Galeano fue con los jefes de la Policía Federal que lo secundaron en la investigación: Carlos Alberto Castañeda y Jorge “Fino” Palacios, con quienes comparte el banquillo de los acusados en el juicio por encubrimiento.

 

De ese encuentro, quedaron los informes incorporados al expediente enviados por el segundo de Anzorreguy en la SIDE, el vicealmirante Juan Carlos Anchezar, también acusado por participar en el desvío de la investigación. Por este y otros indicios, los familiares de las víctimas nucleados en Memoria Activa, así como otras querellas, sostienen que la SIDE estaba al tanto de la posibilidad del atentado y fracasaron en evitarlo. Y Galeano omitió también profundizar en esa dirección.