“Desde el punto de vista penal, los reportajes de Galeano son una confesión”

El ex policía Juan José Ribelli pasó 115 meses en prisión. En el penal se recibió de abogado. Pocos conocen el expediente como él. Hará su propia defensa, y patrocina a la mayoría de los ex policías extorsionados por Galeano para declarar en su contra.

Nada en el aspecto actual de Juan José Ribelli remite a sus vidas anteriores. Ni al comisario todopoderoso que comandó la Brigada de Investigaciones de Lanús y fue premiado con la División Sustracción de Automotores de Vicente López durante el apogeo de la “Maldita Policía”. Ni al hombre que pasó 115 meses en prisión señalado como el enlace clave de la conexión local del atentado contra la sede de la AMIA. Saco sport, camisa blanca con detalles rojos, pantalones chupines y zapatos de punta fina. Su pelo está prácticamente canoso, muy diferente al de las pocas fotos que aparecieron en los diarios hace dos décadas, cuando al conocer la orden de captura se entregó en la jefatura de policía y estalló el escándalo. Hoy parece un bon vivant de la city dispuesto a sepultar ese pasado definitivamente.

 

Se dice que “El Lobo” no se granjeó el mote sólo por la ciudad bonaerense donde nació, sino por la astucia con la que administraba su pequeño imperio dentro de la fuerza. El 12 de julio de 1996, después de que Galeano lo acusara -junto a Rául Edilio Ibarra, Anastacio Irineo Leal y Mario Norberto Bareiro- de entregar a los autores del atentado la camioneta Trafic que explotó en Pasteur 633, quedó detenido preventivamente. Recuperó la libertad recién el 16 de septiembre de 2004, dos semanas después del fin del juicio oral.

 

En febrero de 1997 -día que debía presentarse en Comodoro Py para ampliar su declaración indagatoria-, su abogado Mariano Cúneo Libarona llegó a la celda de la vieja cárcel de Caseros con un video: en esa filmación, le dijo, se veía al doblador de autos Carlos Telleldín negociando con el juez Juan José Galeano el pago de 400.000 dólares para involucrarlo como los últimos portadores conocidos del coche-bomba. El 14 de agosto de 2000, uno de los prosecretarios de Galeano dio una entrevista al programa televisivo Punto.doc y denunció la maniobra. A pedido del Ministerio de Justicia, se abrió una causa judicial.

 

Unos días más tarde, el 18 agosto, Ribelli pasó de perseguido a perseguidor: se convirtió en uno de los primeros querellantes del expediente donde se investigaron las maniobras de encubrimento y que este jueves, después de quince años de instrucción, llega a juicio oral. Además del ex juez, en el banquillo estarán sentados el ex presidente Carlos Menem, el ex jefe de la SIDE, Hugo Anzorreguy, y otros diez funcionarios y policías acusados de desviar la investigación que llevaba a la familia Kanoore Edul, a quienes Menem conocía de la comunidad árabe en Buenos Aires.

 

—Yo creo que este juicio es la última oportunidad que Galeano y compañía tienen para empezar a recorrer el camino de la verdad —dice Ribelli, que recibe a Infojus Noticias en una de las salas de reuniones de su estudio jurídico, en el microcentro porteño—. Saber por qué y a quién se encubrió, y desde ese ángulo llevar la investigación por la autoría del atentado a la AMIA a buen destino.

Ribelli, su mano derecha Ibarra y los efectivos de la Brigada de Vicente López Anastacio Irineo Leal y Mario Bareiro, estuvieron encarcelados ocho años y tres meses. Otros trece policías bonaerenses fueron detenidos, pero Galeano tuvo que liberarlos en 1999 por exigencia de la Cámara de Apelaciones, ya que no tenía contra ellos ni una sóla prueba.

En el penal de Caseros, con una computadora que compraron al centro de estudiantes, después de que le llevaran en un diskette un programa básico de diseño, Ribelli redactó un folleto de 20 páginas, impreso en blanco y negro, que hojeó durante la entrevista con Infojus Noticias. Se llama “Informe causa A.M.I.A. El Estado Argentino y el juez federal Galeano”.

—En la cárcel armamos este resumen, que denunciaba el pago de una coima y otras irregularidades que entendíamos que estaban cometiendo Galeano, los fiscales (Eamon) Mullen y (José) Barbaccia, y sus colaboradores.

Aunque llegaba con uno de los peores prontuarios a cuestas, Ribelli no perdió el tiempo: mientras estuvo privado de su libertad aprendió computación junto a Ibarra y se recibió de abogado.

—Yo iba a elegir administración de empresas, porque toda la vida estuve vinculado al rubro de los negocios con mis agencias de automotores. Pero el esquema de defensa de los derechos siempre me apasionó—, asegura ahora.

Hoy Ribelli abogado, junto a Carlos Broitman, uno de sus socios, defiende a Henry López de Jesús Londoño -alias “Mi sangre”- para que no sea extraditado y representa a la familia Meyendor, acusados del caso Luis XV. La sala de reuniones del estudio está completamente vidriada. Sobre la mesa hay varias filas de expedientes resaltados, un manuscrito de Lincoln que su antiguo abogado y actual socio, Juan Manuel Ubeira, trajo de Europa, y dos caballos de madera infantiles, que también trajo Ubeira.

En el juicio, Ribelli hará junto a Ubeira su propia defensa, y patrocinará a la mayoría de los ex policías que fueron extorsionados por el juez Galeano para que declararan en su contra. “Queremos que el juicio sea la frutilla del postre, que nos permita cerrar esta etapa”, asegura el “Lobo”. Las fuentes judiciales y extrajudiciales consultadas dicen que muy pocos conocen el expediente que comenzará a ventilarse el jueves tanto como él.

¿Cuál es la expectativa sobre el juicio por encubrimiento?

RIBELLI: Nosotros sabemos que la pelea está dentro del juicio. Independientemente de que respeto la estrategia de Galeano, que con un asesor de imagen intenta posicionarse con una justificación social y no jurídica. Si uno analiza, los reportajes que hace, son una confesión desde el punto de vista penal. Él busca que no lo repudien en un restaurant, el cine o cualquier lugar público. Quedar como víctima en una situación donde ha sido lo contrario. El daño que hizo este señor, y los otros que van a estar sentados en el banquillo, no fue a nosotros, sino a nuestras familias. Pero además de haber llevado a prisión a personas inocentes, engañó a la comunidad judía, que creyó en él. Y eso se va a demostrar en el juicio.

-¿Cuál cree que fue el interés de los ideólogos del encubrimiento?

R: La sentencia del TOF 3 dice que armaron esta historia falsa para ‘satisfacer intereses espurios de gobernantes inescrupulosos’. En un contexto: la lucha política entre Menem y Duhalde, cuando Duhalde empezó a pretender el sillón presidencial. Eso permitió juntar lo útil con lo agradable, y convertir a la que Duhalde decía que era la mejor policía del mundo en Maldita Policía, y con eso empañar su carrera presidencial.

-¿Por qué cree que Galeano eligió a la Bonaerense como chivo expiatorio?

R: Galeano es una persona de lo más ineficiente como investigador, por más que diga que puso toda su vida en tratar de investigar el atentado. Yo creo que una investigación hay que empezarla con los poquitos elementos que se tengan y desarrollarlos. No nutrirse de informaciones periodísticas, juntar antecedentes de todas las cosas y después ver cómo encaja una con otra. Galeano lo que hizo es: una gran base de datos. Dentro de esa base de datos, empezaron a analizar con la SIDE, y establecieron que este señor Telleldín, a quien tenían preso en la causa Amia, en abril de 1994 había estado un día detenido en la Brigada de Lanús. Y después, a principios de julio del 94, había tenido un episodio y se había escapado de la Brigada de Vicente López. En función de eso, dijo ‘acá tengo dos elementos anteriores al atentado, armo esta historia falsa pagándole a Telleldín, y a partir de ahora ésto se junta con ésto, acá entregaste la Trafic, acá te empezaron a correr para cobrarte lo que faltaba’. Así es como armaron la causa.

-¿Conocía las internas de la SIDE? ¿El papel que tuvieron en el armado de la causa?

-No. Sé por la causa que en el pago a Telleldín operó un grupo que se hacía llamar Sala Patria, encabezado por Brousson, que después falleció, y por Finnen. Nosotros probamos en el juicio que cuarenta días antes del atentado estaban escuchando ilegalmente a la embajada de Irán, a la agregaduría cultural donde estaba Rabbani, todos los que hoy están señalados como los responsables del atentado. Entonces, en esos 40 días antes de la bomba, ¿qué es lo que estaban haciendo? ¿Sabían que iba a ocurrir algo? ¿Había algo por lo que los estaban escuchando? ¿Dónde está ese material? Lo pedimos en el juicio y nunca apareció.

-¿Le molestó que Duhalde, cuando fue presidente, no levantara el secreto de la SIDE?

-Nosotros en el juicio lo pedíamos cada semana. Me queda para la anécdota. Abrir el secreto de la SIDE implica abrir una caja de Pandora, sentar un precedente. Por ahí a algunos les gusta y a otros no. Qué es lo que llevó a Duhalde a no levantarlo, no lo sé. Cuando llegó Néstor Kirchner lo hizo. Y ahí comenzó a aparecer todo: el primer agente que declaró en el juicio, un tal García, dijo cómo se había pagado.

La primera confesión judicial de la maniobra

García es Isaac Eduardo García, un agente histórico de la SIDE, soltero, 47 años, que declaró —después de jurar por Dios y la Virgen— a las 20.50 del 21 de agosto de 2003, ante los tres jueces del tribunal. Sin rodeos, el juez Guillermo Gordo le preguntó si en el 95 o 96 había acompañado un operativo en el gran Buenos Aires. “Ahh..sí. Fue un operativo realizado para lo que se decía era la compra de un libro que estaba escribiendo el señor Telleldín, Carlos”, respondió el espía. Su tarea, explicó, era en el operativo de seguridad: vigilar que sólo su destinatario final se llevara el maletín. “Primero iba a ser en un banco y después fue otro. Se comentó del dinero, era una suma importante”, detalló. Lo recibieron Ana Boragni, la pareja de Telleldín, y su abogado Víctor Stinfale. Varios autos y una Trafic escoltaron el operativo. “Nunca había hecho algo así”, concluyó García. Fue la primera confesión judicial de la maniobra que hasta ese momento todos negaban.

-Cuando conoció la orden de detención ¿Lo sorprendió?

-Una orden de detención de un juez puede existir en cualquier momento. Lo que a mí me sorprende es que en el juzgado me notifican que yo era partícipe del atentado a la AMIA. Una cosa es que te detengan por un error, o una falsedad ideológica porque se equivocaron en un apellido. No cabe en ninguna cabeza que a alguien —hablando mal y pronto— lo ‘engarronen’ en la causa judicial más grande de la historia.

Es más: los primeros días pensé que se estaba equivocando, pero ¿cómo voy a desconfiar de la actitud de un juez? ‘Le habrán traído una información falsa’. Y yo le decía que investigara. Después mi mujer empieza a reunir antecedentes, y conseguimos todos los tickets (había estado de viaje con la familia), se lo llevo a Galeano y me dice: ‘si es así no me va a temblar el pulso para firmar el sobreseimiento’. Y después hizo todo lo contrario: dijo que había ido a la triple frontera a armar una coartada. Hasta febrero de 1997, cuando llega este video y yo mismo se lo presento en un acto de indagatoria.

El video

-¿Cómo llegó el video de Telleldín y Galeano a sus manos?

-Me llegó por correspondencia a un domicilio que yo tenía en Lanús. Y el portero, como quedó acreditado en la causa, se lo entregó a un compadre mío que tenía un negocio a una cuadra, que a su vez se lo entregó a Cúneo Libarona y me lo entregó a mí el día que yo ampliaba declaración. Y yo se lo entregué al juez.

-Ese video debería haber estado en la caja fuerte del juzgado…

-Así dice Galeano. Yo no lo sé. La denuncia por extorsión [que le hizo en ese momento el juez] es otra operación de prensa. De esa denuncia yo salí absuelto. Si ustedes miran el video, Telleldín dice ´sí, pero yo acá no puedo contestar con la verdad un montón de cosas’. Galeano sabía que compraba una mentira. Y hoy dice que no. Miente: y afronta delitos que por la sumatoria del concurso real puede llegar a más de cuarenta o cincuenta años de cárcel.

-Los dirigentes de la DAIA, ¿conocían el contenido del video?

-Acompañaron a Galeano, por los intereses mezquinos tal vez de un presidente de la DAIA como Beraja. Por eso hoy está sentado en el banquillo al lado de Galeano, Anzorreguy, Menem, el “Fino” Palacios, los ex fiscales y demás. Una cosa son los intereses de la instituciones que representan a las víctimas, y otra son las víctimas que siempre estuvieron buscando la verdad. Cuando terminó el juicio -que duró tres años y terminó con mi absolución-, AMIA y DAIA pidieron la perpetua, aunque habían visto la barbaridad que era. Y Memoria Activa tuvo la hidalguía de decir que no. Después la AMIA y DAIA pidieron la investigación de Galeano y los fiscales. Recién logramos la destitución de Galeano al año siguiente con el jury de enjuiciamiento.

Aprietes

-¿Qué piensa de Telleldín?

-Para mí Telleldín no existe. Yo estuve tres años de juicio oral, donde Telleldín concurrió, y no le dirigí la palabra ni la mirada. Independientemente del daño que causó, que fue atroz, no nos llevó a acusarlo. Consideramos que él y la señora [Ana Boragni, otra de las imputadas] declararon coaccionados por Galeano.

-¿Conocía las actividades delictivas de Telleldín mientras estuvo a cargo de la Brigada de Lanús?

-No, acá hay algo sencillo. Telleldín, según establecemos por la causa, estuvo detenido, circunstancialmente, 24 horas en la Brigada donde yo trabajaba. Tomaron ese hecho cierto para transformarlo en una mentira. Diciendo que cuando había estado ahí, dejó como pago de coima la Trafic que explotó en la AMIA. Esa es la mentira que armaron pagándole 400.000 dólares entregados a la mujer de él, con la supervisión del abogado Víctor Stinfale (que en ese momento era el abogado de Telleldín).

-Lo que él dice es que había extorsiones previas de parte de agentes de la Brigada y reconoce que él se dedicaba a “doblar” autos…

-Claro, pero la declaración en la que dice que había extorsiones previas es una declaración armada, pagada y falsa. Así es como surge la cuestión. Hoy por hoy, Galeano, Anzorreguy, los ex fiscales Mullen y Barbaccia, están acusados entre otros delitos, por la privación ilegal de la libertad mía y de otros policías.

-¿Usted descarta que hombres de su Brigada o de otras hayan tenido ese tipo de vínculo con Telleldín?

-De la Brigada de Investigaciones de Lanús donde yo estaba trabajando, y -por lo que se estableció por la causa- de la Brigada de Vicente López, no existió ninguno de esos delitos que aparecieron denunciados en el armado de esta historia falsa, previo pago de 400.000 dólares.

El 15 de marzo del 94, cuatro meses antes del atentado, los hombres de Ribelli cercaron a Telleldín en una parrilla de Vicente López, cuando esperaba a su novia de entonces, Sandra Petrucci. Querían plata y bienes, pero Telleldín pudo escapar. Según denunció él mismo y el policía Mario Bareiro durante la instrucción de la causa, las detenciones eran parte de un chantaje para dejarlo operar. El 4 de abril Telleldín fue detenido junto a su novia por otros policías de la Brigada de Lanús, en un videoclub de Tortuguitas: intentaron vincularlo al crimen de un cabo de apellido Muñoz. Pero lo ingresaron con el apellido erróneo en el libro de la comisaría y lo liberaron, según denunció el propio Telleldín, a cambio de un Falcon, un Renault y una Kawasaki. El 14 de julio del 94, cuatro días antes del atentado, Irineo Leal y otros miembros de la Brigada de Vicente López quisieron detenerlo en la puerta de su casa. Telleldín escapó, pero apresaron a su amigo Antonio Pérez. Para que lo liberaran, Telleldín tuvo que entregarles un barco.

El 2 de septiembre de 2004, terminó el proceso que juzgó durante más de tres años la conexión local del ataque. El Tribunal Oral Federal 3 declaró la nulidad de toda la prueba producida a partir del 31 de octubre de 1995, cuando se forma la causa “Brigadas” para investigar la posible participación policial. Por eso Ribelli, Ibarra -fallecido el año pasado-, Leal y Bareiro, que habían sido trasladados a una cárcel de Prefectura cercana a Comodoro Py, junto con Telleldín, quedaron absueltos.

Sin embargo, el reducidor había denunciado las extorsiones en sus declaraciones indagatorias del 6 y 7 de agosto de 1994, y también en una entrevista a Página 12 del 16 de julio de 1995, antes de la oferta de Galeano. En eso se apoyó la Corte Suprema para concluir, en 2009, que “ningún argumento en la sentencia explica por qué afectarían la verosimilitud de la denuncia de las extorsiones que Telleldín formuló apenas fue detenido y que no alteró en el tortuoso curso del proceso”. Y ordenó que se siguieran investigando.

-¿No cree que el accionar de la policía en esa época era ideal para que Galeano los eligiera para hacer una historia creíble?

-Lo que es ideal es el prejuicio que existe y existía en la sociedad. Y de eso se valió Galeano para armarla.

 

-¿Cruzó alguna palabra con él en la audiencia del otro día?

-No. Buen día, y nada más.

Hoy, jueves, volverán a verse las caras.