El debate oral y público por el encubrimiento al atentado a la AMIA tiene a trece personas en el banquillo de acusados. Entre ellos está Rubén Ezra Beraja, ex presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), que fue querellante durante la instrucción. A Beraja se lo acusa como partícipe secundario del delito de peculado: se considera que conocía y consintió el pago a Telleldín. “La AMIA /DAIA fueron parte del ocultamiento porque buscaron una orientación específica de las investigaciones y abandonaron a los familiares”, dijo a Infojus Noticias Jorge Elbaum, director ejecutivo de la DAIA entre 2007 y 2012.
Para Elbaum, Beraja ejercía una influencia poderosa sobre la institución. “Controlaba a la dirigencia comunitaria y avalaba con énfasis el rol de relaciones carnales inernacionales suscripto por (el canciller de Menem, Guido) Di Tella. Este incluía cercanía con los gobiernos derechistas israelíes, y una postura común en relación al conflicto de Medio Oriente”, dijo Elbaum.
Aunque Beraja es el único imputado en este juicio, hay quienes creen que los movimientos de la comunidad en la causa no se restringieron solo a su persona. En 2001, cuando comenzaba el juicio oral por la conexión local del ataque, la dirigencia de la entidad judía convocó a una reunión urgente en la sede de la AMIA. Luis Dobniewski, abogado de la institución, llevó a ese encuentro a varios juristas de renombre y advirtió: “si caía Galeano, se caía la causa AMIA”. También que la mutual debía encabezar alguna acción académica y social para respaldarlo. La escena fue presenciada y reconstruida para esta agencia por el abogado y periodista Horacio Lutzky. Abogado y periodista, en aquel momento y desde hacía algunos meses era el vocero de la AMIA para el juicio oral. Había contado con el impulso de dirigentes del sector laico de centro izquierda. Pero el día de esa reunión se quedó sin apoyos institucionales y tuvo que renunciar. “La querella unificada va a tener un gran problema en su posición en el juicio que comienza, porque a lo largo de los años se alinearon en defensa de los principales imputados del encubrimiento”, dijo a Infojus Noticias.
Parte de ese alineamiento quedó en evidencia en la última etapa del juicio oral por el atentado. Cuando el Tribunal Oral en lo Federal N° 3 apartó a los fiscales Eamon Mullen y Juan José Barbaccia por su rol durante la investigación, la querella unificada de AMIA, DAIA y Familiares, abandonó la sala de audiencias a modo de protesta y presentó un escrito criticando la decisión. En el fallo de septiembre de 2004, el TOF 3 fue terminante: “Defender a ultranza a los funcionarios judiciales y del Ministerio Público Fiscal a cuyo cargo estuvo la peor investigación de la que hemos tenido conocimiento (…) sin demostrar alguna duda o al menos una oscilación en el pensamiento, tampoco puede exhibirse como una virtud, sino, más bien como una visión solo apegada a las constancias escritas de la instrucción y no a la verdad que surgió del debate”.
Un tiempo antes, Claudio Lifschitz, ex prosecretario en el juzgado de Juan José Galeano, y quien dio inicio a la causa por encubrimiento al denunciar el pago para desviar la investigación, había comprometido seriamente a Beraja con su declaración. Lifschitz declaró que después de la entrevista que mantuvo Galeano con Carlos Telleldín, el ex juez (también imputado en la causa) buscó un "sponsor": alguien que aportara la suma exigida por el detenido. Y contó que Beraja fue al juzgado después de las siete de la tarde del día de la reunión del juez con Telleldín, vio la filmación y preguntó después qué era lo que pretendía el detenido. “Galeano tenía todo el poder,...era apoyado en forma incondicional en particular por Beraja y Rogelio Chichowolsky (titular de la AMIA al momento de la explosión)”, resumió Lifschitz en una declaración. Lutzky refuerza este punto. “A juzgar por la familiaridad que vi que tenía Beraja con Galeano, las charlas que mantuvo con Víctor Stinfale (abogado de Telleldín), las reuniones que no quedaban registradas en el expediente, su participación influyente en el curso de la investigación, me resulta impensable que no estuviera al tanto de cada uno de los pasos que daba el juez”.
Para Jorge Elbaum, ese vínculo fue la forma de integrarse “funcionalmente con el menemismo” para intentar direccionar el curso de la investigación. “Galeano fue empleado de Anzorreguy (titular de la SIDE al momento de la explosión y otro de los 13 imputados) antes de ser juez. La AMIA y la DAIA son parte del entramado que tenía intereses ajenos a la búsqueda de la verdad. Necesitaron armar un escenario convincente que los llevara adonde querían llegar. Y para eso entorpecieron la causa, le pagaron a Telleldín e incluso -en el último año- denunciaron a la presidenta de la Nación por intentar lograr las indagatorias”, le dijo a Infojus Noticias.
Cuando el juez federal Ariel Lijo dictó el procesamiento de los acusados de encubrimiento, señaló que el ex titular de la DAIA realizó “aportes en la forma de complicidad”.
Según la investigación judicial, la participación de Beraja comenzó con los encuentros con el abogado de Telleldín, Víctor Stinfale, para concretar la edición de un libro que finalmente nunca vio la luz, donde el reducidor de autos contaría su versión de los hechos. Aunque se frustró la publicación, quedó “demostrado que Beraja continuó ligado a la maniobra investigada, habiéndose reunido con el Dr. Galeano en distintas ocasiones, y especialmente con posterioridad a la entrevista mantenida con Telleldín de fecha 1° de julio de 1996”, consta en ese escrito.
Lutzky dirigió en dos períodos el periódico Nueva Sión (1991-1995 y 1999-2000), y la sección de noticias de la señal Alef Network, en 1995. Investigó durante más de 15 años el papel que cumplió la dirigencia judía, el Estado argentino y el de Israel en el encubrimiento del ataque, y lo plasmó en el libro “Brindando sobre los escombros”, publicado en 2012. Sobre el peso de la figura de Beraja explica: “era bastante respetado por su formación intelectual, por su oratoria y por tener al Banco Mayo como respaldo”, dijo. En el ocaso de la apuesta neoliberal, varias instituciones de la colectividad –clubes, colegios- habían generado “un círculo de dependencia respecto del Banco y de la figura patriarcal que en ese momento significaba Beraja”, resumió. “Se manejaba con autonomía, pero también con autoritarismo. Su voz era determinante”, agregó el autor.
Aunque es el único que llegará al banquillo, Beraja no siempre actuó sólo. El apoyo incondicional a Galeano, a pesar de conocer las irregularidades en las que incurría el juez, se sospecha que contó también con el amparo de los abogados de la DAIA y de otros dirigentes comunitarios. En septiembre de 2004, al momento de dar su fallo, el TOF 3 aseguró que “el desbordado espíritu inquisitivo del magistrado instructor llegó al extremo de disponer la grabación, en complicidad con dos de los letrados de la DAIA, de la conversación que el abogado defensor del imputado Bautista Alberto Huici - un policía que había sido detenido por delitos comunes. mantuvo con los representantes de la mencionada parte acusadora”, expresaron los jueces Gerardo Larrembebere, Guillermo Gordo y Miguel Pons.
Los magistrados se referían a las grabaciones clandestinas que Galeano autorizó –y dotó de recursos- de Huici, y de su abogado Marcelo García, que había pedido hablar con los abogados de la DAIA, Marta Nercellas y Roberto Zaidemberg, para dar información a cambio de dinero.
Por esos episodios, los dos abogados de la colectividad fueron denunciados y suspendidos por un año por el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. Fueron tan graves, que el jurado de enjuiciamiento los tomó como uno de los tres cargos –de un total de quince- por los que se destituyó a Juan José Galeano en el año 2005.